ROSQUILLAS ROCEÑAS de Tati de Jorge
6 huevos
1 kg de harina
300 g de azúcar (para la masa)
500 g de azúcar (para envolverlas)
2,5 sobres de levadura
20 g de anís molido
1/2 vaso de anís
1/2 vaso de zumo (el de 1 limón y el resto, hasta llenar el vaso, de naranja)
1/2 vaso de aceite de girasol
La ralladura de la piel de 1,5 limones y de ½ naranja
Aceite de girasol para freírlas
Separar las yemas de las claras.
Batir las claras con la batidora hasta que estén muy espumosas (casi a punto de nieve).
Entonces añadir las yemas y batir.
Agregar el azúcar y ¡a meter las manos!
Añadir la levadura + zumo + anises molidos + anís + vaso de aceite + ralladura, sin dejar de remover con las manos.
Lo último que se incorpora es la harina.
Ir espolvoreando en la superficie e ir amasando.
La masa ha de ir engordando.
Se sabe que ya está cuando, con las manos enharinadas, se pueden formar bolas, se trabajan bien y no se pegan.
Se hacen bolas y se colocan sobre la superficie enharinada.
Con una cierta habilidad —hay que ser rápido—, montar una sobre otra —para hacerlas dobles— y aplastarlas un poco para que se peguen.
Introducirles el dedo en el centro para hacerles un agujero y echarlas en abundante aceite caliente.
De entrada se hunden en el aceite, pero rápidamente salen a la superficie.
Ahí entra en funcionamiento «el palito» o similar: se introduce en el agujerito del centro y se hace girar la rosquilla sobre sí misma; si no, el agujero tiende a cerrarse y queda una especie de buñuelo.
Con una espumadera, vuelta, vuelta y otra vuelta hasta que se doren.
Escurrirlas de aceite y, aún calientes, rebozarlas en azúcar (rosquillas listas).