167. FLAUBERT A SAND
[París, 10 de marzo de 1876]
[…] Me entristece usted un poco, querida maestra, atribuyéndome opiniones estéticas que no son las mías. Creo que la perfección de la frase no es nada. Pero escribir bien lo es todo, porque «escribir bien es a la vez sentir bien, pensar bien y decir bien» (Buffon).
El último término es, pues, dependiente de los otros dos, porque hay que sentir con fuerza para pensar, y pensar para expresarse. Cualquier burgués puede tener un gran corazón y una exquisita delicadeza, estar lleno de los mejores sentimientos y de las más grandes virtudes, sin convertirse por ello en artista. En fin, la Forma y el Fondo me parecen dos sutilezas, dos entidades que no existen jamás la una sin la otra.
Esa preocupación por la Belleza exterior que usted me reprocha es para mí un método. Cuando descubro una mala asonancia o una repetición en una de mis frases, estoy seguro de que chapoteo en lo Falso; a fuerza de buscar, encuentro la expresión justa, la única y, al mismo tiempo, la más armoniosa. La palabra no falta nunca cuando uno tiene la idea.
Volviendo a Sedaine, sepa usted que yo comparto todas sus opiniones y que apruebo sus ideas. Desde el punto de vista arqueológico, es curioso, y desde el punto de vista humanitario, muy loable. Estoy de acuerdo en eso con usted. Pero, hoy en día, ¿a quién le interesa? ¿Es Arte eterno, le pregunto?
[…]
En resumen, la insistencia de la Comédie-Française en presentarnos eso como una “obra maestra” me exasperó tanto, que cuando volví a casa (para hacerme pasar el mal gusto) leí antes de acostarme la Medea de Eurípides, ya que no tenía otro clásico a mano. Y la Aurora sorprendió a Botija en esa ocupación.
He escrito a Zola para que le envíe a usted su libro. Le diré también a Daudet que le envíe su Jack; me gustaría saber su opinión sobre esos dos libros, que son muy diferentes en su estilo y temperamento, pero tan destacables el uno como el otro.
[…]
¡Me fastidia no verla nunca! Un abrazo.
Su viejo