10. FLAUBERT A SAND
[Croisset, 17 de noviembre de 1866]
Sábado por la mañana
No se preocupe por las informaciones relativas a los periódicos. Eso ocupará poco espacio en mi libro, y puedo esperar.
Pero cuando no tenga Usted nada mejor que hacer, póngame en un papel cualquier cosa que recuerde del 48. Después me lo podría desarrollar cuando charlemos. No le pido nada exhaustivo, por supuesto, sino algo que recoja un poco sus recuerdos personales.[32][33]
[…] Si su ingenierito ha hecho un voto, y ese voto no le cuesta, hace bien en mantenerlo. En caso contrario, es una pura necedad, entre nosotros. ¿O es que existe la Libertad, si no es en la Pasión? El catolicismo, que no ha pensado más que en impedir los goces, es decir, en restringir la Naturaleza, nos ha habituado en exceso a valorar la castidad. ¡Damos a esas cosas una importancia grotesca! Ya no hay que ser espiritualista, ni materialista, sino naturalista. Isis me parece superior a la Virgen, igual que a Venus.
Y desde luego, no, en mis tiempos no hacíamos votos parecidos. ¡Claro que nos enamorábamos! ¡Y locamente! Pero todo se mezclaba en un eclecticismo generoso. Y si uno se alejaba de las Damas, como yo hice del todo durante dos años (de los 21 a los 23), era por orgullo, como desafío hacia uno mismo, como hazaña. Después de lo cual, uno se libraba a los excesos contrarios. En fin, éramos unos románticos, inflamados, de una ridiculez consumada, pero en floración completa. ¡Lo poco de bueno que me queda viene de aquel tiempo!
Adiós, mi querida maestra. La quiero con ternura y la abrazo con el mismo sentimiento.
¡Sepa Usted que me mima, con todas las dulzuras que me envía en sus amadas cartas!