22. FLAUBERT A SAND
[Croisset, 6 de febrero de 1867]
miércoles
[…] No, no tengo lo que se llama problemas de dinero. Mis ingresos son escasos pero seguros. Lo único que ocurre es que, como es habitual en su amigo de usted anticipar sin cobrar, se encuentra apurado, y refunfuña “en el silencio del despacho”. Pero nada más. A menos que surjan trastornos extraordinarios, tendré siempre para comer y calentarme hasta el fin de mis días. Mis herederos son o serán ricos (porque yo soy el pobre de la familia); así que… ¡a otra cosa!
En cuanto a ganar dinero con la pluma, es una pretensión que jamás he tenido, reconociéndome radicalmente incapaz para ello. Hay que vivir, pues, una vida simple en el campo, lo cual tampoco es tan malo. Cuando tantos otros que valen más que yo no tienen dónde caerse muertos, sería injusto lamentarse. Además, acusar a la Providencia es una manía tan común que uno debe abstenerse de ella, por simple buen gusto.
Añadiré algo sobre el Dinero que será un secreto entre nosotros. Puedo, sin que me suponga ningún esfuerzo, cuando esté en París, es decir del 20 al 23 de este mes, prestarle a usted mil francos, si tiene necesidad de ellos para ir a Cannes. Le hago esta propuesta directamente como se la haría a Bouilhet o a cualquier otro íntimo. ¡Nada de ceremonias! ¿No es cierto? Entre gentes de mundo esto no sería muy adecuado, lo sé, pero entre trovadores, se pueden decir así las cosas.
Es muy amable al invitarme a ir a Nohant. Iré, porque tengo muchas ganas de conocer su casa. Me disgusta no conocerla, cuando pienso en usted. Pero debo retardar ese placer hasta el próximo verano. Ahora tengo que quedarme en París algún tiempo. Tres meses son poco tiempo para todo lo que quiero hacer allí.[47][48] […]
¡Pero qué severidad para el viejo Beuve, que no es ni jesuita ni virgen! Echa de menos, dice usted, «lo que no se debe echar de menos, entendido como él lo entiende». ¿Por qué? Todo depende de la intensidad que uno ponga en el asunto. Me parece usted, en el fondo, infestada (en esta materia) de catolicismo, querida maestra. Los hombres siempre pensarán que la cosa más seria de su existencia es Gozar. La Mujer, para todos nosotros, es la Ojiva del infinito. No será nada noble, pero es el verdadero fondo del Macho. Se bromea sobre todo ello, desmesuradamente. ¡Gracias a Dios por la Literatura, y por la Felicidad individual, también! ¡Gloria a Venus! […]
¡Ah, esta tarde la he echado de menos! Las mareas son espléndidas. El viento muge, el río blanquea y se desborda. Llegan aires del mar que reconfortan.
Adiós. La abrazo como la quiero, muy tiernamente.