94. FLAUBERT A SAND
[Neuville-près-Dieppe, viernes 31 de marzo de 1871]
En respuesta a la suya de 17 de marzo.
Querida maestra,
¡Mañana, finalmente, me resigno a volver a Croisset! ¡Es duro! ¡Pero hay que hacerlo! Voy a intentar retomar mi pobre San Antonio y olvidar a Francia.
Mi madre se queda aquí con su nieta hasta que sepamos dónde instalarnos, sin miedo de prusianos ni motines.
Hace quince días, partí de aquí con Dumas hacia Bruselas, de donde contaba con regresar directamente a París. ¡Pero “la nueva Atenas” me parece que sobrepasa a Dahomey en ferocidad e idiotez!
¿Es esto el fin de la Broma? ¿Se habrán acabado la metafísica hueca y las ideas recibidas? Porque todo el mal proviene de nuestra gigantesca ignorancia. Lo que debería ser estudiado es creído sin discusión. ¡En lugar de observar, se afirma!
Es necesario que la Revolución Francesa deje de ser un dogma, y que la examine la Ciencia, como el resto de asuntos humanos. Si hubiéramos sido más sabios, no habríamos creído que una fórmula mística es capaz de hacer ejércitos, ni que la palabra República basta para vencer a un millón de hombres disciplinados. Habríamos dejado a Badinguet[99] en el trono expresamente para hacer la paz, y acto seguido a la cárcel con él. Si hubiéramos sido más sabios, habríamos sabido hacer lo que los voluntarios del 92, y la retirada de Brunswick, ganada a precio de oro por Danton y Westermann. ¡Pero no! ¡Siempre la misma cantinela! ¡Siempre la farsa! ¡He aquí ahora la Comuna de París que nos devuelve a la pura Edad Media! […]
Estamos balanceándonos entre la Sociedad de San Vicente de Paul y la Internacional. Pero ésta última hace demasiadas burradas como para tener una vida larga. Prefiero que ella venza a las tropas de Versalles y derroque al gobierno, los prusianos entrarán en París y “el orden reinará en Varsovia”. Si, por el contrario, es vencida, la reacción será furiosa. Y toda libertad estrangulada.
¿Qué decir de los Socialistas, que imitan los procedimientos de Badinguet y de Guillermo92: requisas, cierre de periódicos, ejecuciones capitales sin juicio, etc.? ¡Ah, qué inmunda bestia la plebe! ¡Y qué humillante ser hombre!
La abrazo fuertemente.
Su viejo trovador