128. SAND A FLAUBERT
[Nohant, 26 de octubre de 1872]
Querido amigo,
Aún una pena más para ti; una pena prevista, pero igualmente dolorosa. Pobre Théo, lo compadezco profundamente, no porque haya muerto, sino por no haber vivido desde hace veinte años. Si hubiera consentido vivir, existir, actuar, olvidar un poco su personalidad intelectual para conservar su persona material, habría podido vivir mucho tiempo todavía y reavivar su fondo, del que había hecho un tesoro estéril. Decían que había sufrido mucha miseria; durante el sitio de París, lo entiendo. Pero ¿después? ¿Por qué y cómo?
Estoy preocupada por la falta de noticias tuyas. ¿Estás en Croisset? Has debido ir a París para el entierro de ese pobre amigo. ¡Cuántas separaciones crueles! Temo que te vuelvas hosco y descontento de la vida. Me parece que consideras demasiado la felicidad como algo posible, y que la ausencia de felicidad, que es nuestro estado crónico, te contraría y te sorprende demasiado. Huyes de los amigos, te sumerges en el trabajo y tomas por tiempo perdido el que emplearías en amar o dejarte amar. ¿Por qué no has venido a casa con la señora Viardot y Turguéniev? Los amas, los admiras, te sabes adorado aquí, y tú te escondes para estar solo.
Y bien, ¿por qué no podrías casarte? Estar solo es odioso, es mortal, es cruel también para los que te aman. Todas tus cartas son tristes y me desgarran el corazón. ¿No tienes ninguna mujer que ames o por la que serías amado con placer? Tómala. ¿No hay por ahí ningún muchacho del que pudieras creerte padre? Críalo, hazte su esclavo, olvídate de ti por él.
En cualquier caso, vivir encerrado en uno mismo es malo. No hay placer intelectual comparable al de volver a uno cuando se ha estado mucho tiempo fuera. Pero habitar siempre en ese yo que es el más tiránico, el más exigente, el más loco de los compañeros, no, no hay que hacerlo.
Te lo suplico, ¡escúchame!, tú encierras una naturaleza exuberante en una cárcel. Haces, de un corazón tierno e indulgente, un misántropo prejuiciado, y eso no te hará ningún bien. En fin, me preocupas y quizá te digo tonterías, pero vivimos tiempos crueles y no hay que sufrirlos maldiciéndolos. Hay que superarlos compadeciéndolos. Eso es todo. Te quiero, escríbeme.
Iré a París dentro de un mes, para el estreno de Mademoiselle La Quintinie. ¿Dónde estarás tú?
[sin firma]