106. SAND A FLAUBERT
[Nohant, 16 de septiembre de 1871]
Querido viejo,
Te respondí anteayer, y mi carta tomó tales proporciones, que la envié como artículo a Les Temps para la próxima quincena, porque les prometí enviarles dos artículos por mes. Esa carta a un amigo no te designa ni tan siquiera con unas iniciales, porque no quiero debatir contigo en público. Doy en ella mis razones para sufrir y querer todavía. Te la enviaré y será como seguir charlando contigo. Verás que mi pena forma parte de mí y que no depende de mí creer que el progreso es un sueño. Sin esa esperanza, ninguna persona sirve para nada. Los mandarines no necesitan saber, y además la instrucción de unos cuantos no tiene razón de ser sin la esperanza de una influencia sobre las masas; los filósofos no han hecho otra cosa que ocultarse, y esos grandes espíritus hacia los que tu alma se siente inclinada, Shakespeare, Molière, Voltaire, etc., no hicieron otra cosa que manifestarse. Déjame sufrir, venga, me sienta mejor que ver la injusticia con rostro sereno, como dijo Shakespeare. Cuando haya apurado la copa de mi amargura me recuperaré. Soy una mujer, tengo mis ternuras, mis piedades y mis cóleras. No seré jamás un sabio ni un erudito.
[…]
Estoy contenta de que las pequeñas te hayan gustado. Tú eres tan bueno, estoy segura de ello. Un abrazo muy fuerte. No sé yo si serías un buen mandarín, no me pareces nada chino, y te quiero con todo el corazón.
Trabajo como un esclavo.