104. SAND A FLAUBERT
[Nohant, 8 de septiembre de 1871]
Como de costumbre, nuestras cartas se han cruzado; tú seguramente recibirás hoy los retratos de mis nietas, no especialmente hermosas en este momento de su crecimiento, pero sí con unos ojos tan bellos que nunca podrán ser feas.
Ya ves que estoy, como tú, desalentada e indignada, pero desgraciadamente soy incapaz de odiar ni al género humano ni a nuestro pobre país. Pero me siento impotente para reavivar el corazón y el espíritu. Trabajo, sin embargo, ni que sea para hacer, como tú dices, servilleteros y, mientras hago algo para el público, me olvido de mí misma. Le Temps me ha hecho el favor de obligarme a escarbar en mi cesto de las sobras. Allí he encontrado las profecías que la conciencia nos inspira a cada uno, y esos pequeños retornos al pasado deberían darnos coraje; pero no es del todo así. Las lecciones de la experiencia no sirven más que cuando es demasiado tarde.
[…]
No puedo ir a verte, querido viejo, y sin embargo me merecería unas buenas vacaciones. Pero no puedo abandonar la home por una serie de razones largas de explicar, y de ningún interés, pero inflexibles. No sé ni siquiera si voy a ir a París este invierno. ¡Mira tú qué vieja! Me figuro que no puedo más que fastidiar a los demás y que no se me puede aguantar si no es en mi casa. Tendrás que ser tú, puesto que cuentas con ir este invierno, el que venga a verme aquí, con Turguéniev. Avísale de esa visita.
Te abrazo como te amo, y todo mi mundo también.