4. FLAUBERT A SAND
[Croisset, 29 de septiembre de 1866]
Sábado por la tarde
El envío de los dos retratos me había hecho pensar que usted estaba en París, querida maestra. Y yo le escribí una carta que la espera en Rue des Feuillantines.[8]
No he logrado encontrar mi artículo sobre los dólmenes. Pero tengo el manuscrito entero de mi viaje a Bretaña, entre mis “obras inéditas”. ¡Tendremos para cotorrear, cuando esté usted aquí! ¡Prepárese!
Yo no experimento como usted ese sentimiento de una vida que comienza, la estupefacción de la existencia fresca que eclosiona. ¡Me parece, al contrario, que he existido siempre! Y poseo recuerdos que se remontan a los Faraones. Me veo en diferentes eras de la historia con toda nitidez, ejerciendo oficios distintos y con fortunas diversas. Mi individuo actual es el resultado de mis individualidades desaparecidas. He sido barquero en el Nilo, leno9 en la Roma del tiempo de las guerras púnicas, rétor griego en Suburra,[9] donde fui devorado por las chinches. He muerto, durante las Cruzadas, por haber comido demasiadas uvas en las playas de Siria. He sido pirata y monje, saltimbanqui y cochero, quizá también emperador de Oriente…
Muchas cosas se explicarían mejor si pudiéramos conocer nuestra genealogía verdadera. Porque, al ser los elementos que forman a un hombre limitados, ¿no se deberían reproducir las mismas combinaciones? Así, la Herencia es un principio fundado, pero que se ha aplicado mal. Pasa con esta palabra como con tantas otras. Cada uno la toma por un extremo y nadie se entiende. Las ciencias psicológicas se quedarán donde ahora yacen, es decir en las tinieblas y el desvarío, en tanto no tengan una nomenclatura exacta y mientras esté permitido utilizar la misma expresión para designar las ideas más diversas. Cuando uno embrolla las categorías, ¡adiós a la Moral!
¿No le parece a usted, en el fondo, que después del 89 se desbarra? En lugar de seguir por la gran ruta que era larga y bella como una vía triunfal, todo el mundo se ha ido por los senderos, y se chapotea en los humedales. ¿No sería quizá sabio volver momentáneamente a Holbach? Antes de admirar a Proudhon, ¿no habría que conocer a Turgot?[10][11]
¿Y qué será de lo CHIC, esa religión moderna? Opiniones chic (o chics): estar con el catolicismo (sin creer ni una palabra), estar con el esclavismo, estar con la casa de Austria, llevar duelo por la reina María Amalia, admirar Orfeo en los infiernos, ocuparse de los Comicios agrícolas, hablar de deportes, mostrarse frío, ser Idiota, hasta el punto de lamentar los tratados de 1815, esto es todo lo que hay de novísimo.[12][13]
No crea usted que, porque paso la vida intentando hacer frases armoniosas y evitando las asonancias, no tengo, yo también, mis pequeñas opiniones sobre los asuntos del mundo. Helas aquí, y créame que estallaría si me las guardara para mí.
Pero demasiada palabrería. Voy a terminar enojándola.
La obra de Bouilhet se estrenará a principios de noviembre. Así pues, nos veremos dentro de un mes.
Agradezca por mí a sus hijos las cosas amables que de su parte me envía usted.
La abrazo fuertemente, querida maestra, y soy
suyo