115. SAND A FLAUBERT
[Nohant, 28 de enero de 1872]
¡Tu prólogo es espléndido y el libro es divino! Mira, ya he hecho un verso, sin quererlo. ¡Dios me perdone!
Sí, tienes razón: Bouilhet no era un poeta de segundo orden, está claro, y además los órdenes no se decretan, especialmente en un tiempo en que la crítica lo deshace todo sin hacer nada. Todo tu corazón está en ese simple y discreto relato de su vida. Ahora veo claramente por qué murió tan joven; murió de haber vivido demasiado en su espíritu. Te lo ruego, no te obceques tanto en la literatura y la erudición. Cambia de lugar, muévete, ten amantes, o mujeres, como tú quieras, y durante esas fases, no trabajes, porque no hay que jugar con fuego.
A mi avanzada edad, a menudo me precipito en torrentes de far niente: las diversiones más infantiles, las más estúpidas, me bastan, y luego emerjo más lúcida de mis accesos de imbecilidad.
Fue una gran pérdida para el arte, esa muerte prematura. En diez años, no habrá un solo poeta. Tu prólogo es bello y bueno. Hay páginas que son modélicas, y es bien cierto que el burgués las leerá sin encontrar nada destacable. ¡Ah, si uno no tuviera el pequeño santuario, la pagoda interior, donde, sin decir nada a nadie, poder refugiarse para contemplar y soñar lo bello y lo verdadero, habría que decir!: ¡para qué!
Un abrazo muy fuerte.
Tu viejo trovador.