49. SAND A FLAUBERT
[Nohant, 21 de febrero de 1869]
Estoy sola en Nohant, igual que tú en Croisset. Maurice y Lina han ido a Milán, para ver al padre de ella, que está muy enfermo. Si tienen la desgracia de perderlo, tendrán luego que ir a Roma para liquidar sus asuntos, un fastidio sobre un dolor, siempre es así. Esta brusca separación ha sido triste, mi pobre Lina llorando por tener que dejar a sus hijas y llorando por no estar cerca de su padre. Me han dejado a las niñas, que apenas abandono y que no me dejan trabajar excepto cuando duermen, pero yo estoy feliz de tenerlas a mi cuidado para consolarme. Recibo todos los días, en dos horas, por telegrama, noticias de Milán. El enfermo está mejor, mis hijos todavía están en Turín hoy y no saben aún lo que yo sé desde aquí. Cómo cambia el telégrafo las nociones de la vida, y cuando las técnicas estén más simplificadas la existencia estará llena de hechos y libre de incertezas.
Aurore, que vive una adoración incesante sobre las rodillas de su padre y de su madre, y que llora todos los días en cuanto me ausento, no ha preguntado ni una sola vez dónde están. Juega y ríe, de repente se detiene, sus grandes ojos bellos se fijan, dice mi padre (otras veces dice mamá). La distraigo, ella no vuelve a pensar en ello, y al cabo de un rato vuelve a empezar. ¡Son tan misteriosos, los niños! Piensan sin entender. Bastaría una palabra triste para hacer surgir su pesar. Ella lo lleva sin saberlo. Me mira a los ojos para saber si estoy triste o inquieta, yo río y ella ríe. Creo que hay que tener la sensibilidad dormida el máximo tiempo posible, y estoy segura de que ella no me lloraría si nadie le hablase de mí. ¿Cuál es tu consejo, tú que has educado a una sobrina inteligente y encantadora? ¿Es bueno hacerlos amorosos y tiernos desde el principio? Yo creí eso en otro tiempo, ahora me da miedo, viendo a Maurice demasiado impresionable y a Solange demasiado negativa. Querría que no se mostrara a los pequeños más que lo dulce y bueno de la vida, hasta el momento en que la razón pueda ayudarlos a aceptar o a combatir el mal. ¿Qué dices tú?
Te abrazo y te pido que me digas cuándo irás a París. Puesto que se ha retardado mi viaje, y visto que mis hijos pueden estar un mes ausentes, podría encontrarme contigo en París.
Tu vieja solitaria
¡Qué admirable definición encuentro con sorpresa en el fatalista Pascal!
«La naturaleza obra por progresión: itus et reditus. Pasa y vuelve, luego va más lejos, luego dos veces menos, luego más que nunca».
Qué manera de decir, ¿eh? ¡Cómo se doblega, se moldea, se ablanda y se condensa la lengua bajo esa impronta grandiosa!