155. FLAUBERT A SAND
[Croisset, 18 de agosto de 1875]
Miércoles
Querida maestra,
¡No le escribo porque tengo cosas demasiado tristes que decirle! Desde hace un año, presentía una gran desgracia. No era otra la causa de mi spleen. Ahora ha llegado. Mi pobre sobrina está completamente arruinada, y yo lo estoy en buena parte. En el mejor de los casos, nos quedará algo para vivir humildemente.
Desde mi juventud, todo lo he sacrificado a mi tranquilidad de espíritu. Ahora la he perdido del todo. Usted sabe bien que no soy un cuentista. Pues bien, deseo morir lo antes posible, porque estoy acabado, exhausto y viejo como si tuviera cien años. Necesitaría entusiasmarme por una idea, por un tema para un libro. Pero la Fe ya no está. Y mi trabajo se ha vuelto imposible.
Así pues, estoy no solamente inquieto por mi porvenir material, sino que tengo la sensación de que el porvenir literario ha desaparecido.
Lo que sería sensato ahora sería buscar un trabajo, una ocupación remunerada, pero ¿para qué sirvo yo? ¡Y, además, tengo 54 años, y a esta edad, uno no cambia de hábitos, uno no rehace su vida!
Me he defendido contra la desdicha. He querido ser estoico. Todos los días hago grandes esfuerzos para trabajar. ¡Imposible! Mi pobre cerebro está triturado.
Necesito salir de aquí (porque hace cuatro meses, que agonizo en este lugar con mi pobre sobrina), y es probable que dentro de quince días vaya a Concarneau, donde estaré todo el tiempo que pueda, en compañía de Georges Puchet, que trabaja en piscicultura en la costa.
Tengo miedo de perder Croisset. ¡Eso sería el golpe de gracia!
Dé un abrazo de mi parte a las pequeñas, y para usted todo mi cariño.
Su viejo trovador, totalmente fastidiado