125. SAND A FLAUBERT
[Nohant, 5 de julio de 1872]
Hoy quiero escribirte, 68 años. Salud perfecta, a pesar de la tos ferina que me deja dormir en cuanto la remojo en un pequeño torrente furibundo, frío como el hielo. El agua borbotea entre las piedras, las flores, las altas hierbas, bajo una sombra deliciosa, es una bañera ideal.
[…] ¡Qué verano espléndido! Las gramíneas tienen seis pies de alto, los campos de trigo son manteles de flores. El campesino piensa que hay demasiadas, pero yo le dejo decir, ¡es tan bello! Voy al río a pie, me meto en el agua helada. El médico piensa que es una locura, le dejo decir también, yo me curo mientras sus enfermos se cuidan y revientan. Soy de la misma naturaleza que la hierba de los campos: agua y sol, eso es todo lo que necesito.
¿Estás viajando por los Pirineos? ¡Ah, te envidio, yo los amo tanto! Hice por allí algunas excursiones insensatas, pero no conozco Luchon. ¿Es bello también? No te vayas de allí sin ir a ver el Circo de Gavarnie, y el camino que llega hasta él. Y Cauterets, y el lago de Gaube. Y el camino de Saint-Sauveur. ¡Dios, qué hermoso es viajar, ver las montañas, las flores, los precipicios! ¿Todo eso te fastidia? ¿Acaso recuerdas que hay editores, directores de teatro, lectores y público, cuando recorres el país? Yo lo olvido todo, como cuando canta Pauline Viardot.[106]
El otro día descubrimos a tres leguas de nuestra casa un desierto, desierto absoluto, un bosque de una gran extensión donde no encontramos ni una choza, ni un ser humano, ni una oveja, ni una gallina, nada más que flores, mariposas y pájaros durante todo un día.
Pero ¿dónde te encontrará mi carta? Esperaré para enviarla hasta que me hayas enviado una dirección.
[sin firma]