17. FLAUBERT A SAND
[Croisset, 15-16 de diciembre de 1866]
Noche del sábado
[…] Mi estilo continúa procurándome pegas considerables. Espero, de todas maneras, haber pasado el peor tramo en un mes. Pero actualmente estoy perdido en un desierto. En fin, ¡que sea lo que Dios quiera!
¡Con qué placer abandonaría ahora mismo este género para no regresar a él jamás! ¡Pintar a los burgueses modernos y franceses ya ofende considerablemente a mi nariz! Y además, ¿no sería ya hora de divertirse un poco en la vida y de escoger temas agradables para el autor?
Me expresé mal cuando le dije “que no habría que escribir con el corazón”. Quise decir que no habría que poner la propia personalidad en escena. Creo que el gran arte es científico e impersonal. Es necesario, con un esfuerzo del espíritu, meterse en los Personajes, y no atraerlos hacia uno mismo. He ahí al menos el método, lo que equivale a decir: intenta tener el máximo de talento e incluso de genio, si puedes. ¡Qué vanidad en todas las Poéticas y en todas las críticas! Y el aplomo de los que las escriben me asombra. ¡Oh, nada los altera, a esos tipejos!
¿Ha notado usted que a veces hay en el aire corrientes de ideas comunes? Acabo de leer la última novela de mi amigo Du Camp, Les Forces perdues.[42] Me recuerda mucho, en varios aspectos, a lo que yo hago. Es un libro (el suyo) bastante ingenuo y que da una idea justa de los hombres de nuestra generación, que se han convertido en auténticos fósiles para los jóvenes de hoy. La Reacción del 48 cavó un abismo entre las dos Francias. […]
En fin, buenas noches. La beso tiernamente en las dos mejillas.