72. SAND A FLAUBERT
[Nohant, 17 de marzo de 1870]
No estoy de acuerdo. Tú no entras en la vejez. No hay vejez en la hosquedad ni en la misantropía. Al contrario, cuando uno es bueno, uno deviene mejor, y como tú ya eres mejor que la mayoría de los otros, tú debes devenir exquisito. Además, tú te jactas cuando te propones estar irritado contra todo y todos. No podrías. Eres débil ante la pena como todos los que son tiernos. Los fuertes son aquellos que no aman. Tú no serás nunca fuerte, y tanto mejor. Tampoco hay que seguir viviendo solo. Cuando la fuerza retorna, hay que vivir y no reservarse para uno mismo.
Espero que renazcas con la primavera. Hoy es la lluvia que relaja. Mañana será el sol que reanima. Nosotros salimos todos de una u otra enfermedad. Las chicas seriamente acatarradas, Maurice bastante tocado por las agujetas y el frío, yo de nuevo con escalofríos y anemia. Eso es todo: el fastidio del mal dobla siempre el mal. ¿Cuándo seremos sabios como los Antiguos lo entendían? En suma, no quiere decir otra cosa que ser pacientes. Veamos, querido trovador, hay que ser paciente, sólo para empezar, y después, uno se habitúa. Si no trabajamos en nosotros mismos, ¿cómo esperar que algún día estemos en disposición de trabajar en los demás?
En fin, en medio de todo esto, no olvides que aquí se te quiere y que el mal que te haces nos duele también.
Iré a verte y a zarandearte en cuanto haya recuperado mis piernas y mi voluntad, que aún no me responden. Espero, sé que lo harán.
Abrazos de todos mis enfermos. La marioneta no ha perdido más que su arco y todavía está sonriente y dorada. El bebé de Lolo74 ha sufrido sus desgracias. Pero sus ropas visten a otras muñecas. Yo no bato más que un ala, pero te abrazo y te amo.