145. FLAUBERT A SAND
[Croisset, 26 de septiembre de 1874]
Sábado
[…] ¿Qué hace usted, querida maestra? Usted y los suyos. La salud, el trabajo, etc. En nombre de Dios, o más bien en el mío, envíe usted rápido una carta, y que sea un poco larga. Se lo agradeceré.
Yo, después de haberme embrutecido como un burro en el Rigi, volví a casa a principios de agosto, y me metí de lleno en mi libro. El principio no ha sido fácil. Ha sido incluso espantable, y he cuydado de no perecer de desesperación. Pero ahora va mejor. ¡A saber qué vendrá! Por lo demás, hay que estar absolutamente loco para emprender un libro así. Tengo miedo de que, por su concepción misma, sea radicalmente imposible. Veremos. ¡Ah, si consiguiera llevarlo a buen puerto…! Qué sueño.
[…]
¡El espíritu público me parece cada vez más bajo! ¿A qué profundidad de estupidez descenderemos? El último libro de Belot ha vendido 8000 ejemplares en 15 días. La conquista de Plassans de Zola, 1700 en seis meses. ¡Y no ha aparecido ni un artículo sobre ella! ¡Todos los idiotas se pasman ante Une chaîne de Scribe! Francia está enferma, muy enferma. Y mis pensamientos, cada vez más, son de color de ébano.
[…]
Estoy seguro de que usted piensa que soy un cascarrabias y que está a punto de responderme: “¡Y qué importa todo eso!”.
Pero todo importa. Y nos mata la Farsa, la ignorancia, la vanidad, el desprecio de la grandeza, el amor a la banalidad, la charlatanería imbécil.
«La Europa que odias te mira riendo», dijo Ruy Blas. A fe que tiene razones para reír.
Y
San Policarpo
la besa en las dos mejillas.