101. FLAUBERT A SAND
[París, 25 de julio de 1871]
[…] Encuentro París un poco menos enloquecida que en junio. Al menos en apariencia. Se comienza a odiar a Prusia de un modo natural, es decir que se vuelve a entrar en la tradición francesa. Ya no se hacen más frases loando a esos civilizadores. En cuanto a la Comuna, se espera a verla renacer en cualquier momento y la “gente de orden” no hace absolutamente nada para impedir su retorno. A los males nuevos se aplican viejos remedios que nunca han curado (ni prevenido) el menor mal. […]
Creo como usted que la República burguesa puede establecerse. ¿Su falta de elevación puede ser una garantía de solidez? Es la primera vez que vivimos bajo un gobierno que no tiene príncipes. ¿Va a comenzar la era del Positivismo en política?
El inmenso asco que me provocan mis contemporáneos me empuja hacia el Pasado. Y trabajo en mi buen San Antonio, con todas mis fuerzas. He venido a París únicamente por él. Porque me resulta imposible procurarme en Rouen los libros que necesito actualmente. Estoy perdido en las religiones de Persia. Intento hacerme una idea clara del dios Hom, lo cual no es fácil. He pasado todo el mes de junio estudiando el Budismo, sobre el cual tengo ya un montón de notas. He querido agotar el tema, tema, dentro de mis posibilidades. También he hecho un pequeño Buda, que creo que es amable. ¡Qué ganas tengo de leerle a usted este libro (el mío)! No voy a Nohant porque no me atrevo a alejarme de mi madre. Su compañía me aflige y me enerva, mi sobrina Caroline se aloja conmigo para ayudarme con esta querida pero penosa carga. En quince días regresaré a Croisset.
[…]
Hasta pronto, querida maestra. Un abrazo muy fuerte.