92. FLAUBERT A SAND
[Dieppe, 11 de marzo de 1871]
Querida maestra,
¿Cuándo volveremos a vernos? No me parece que París tenga un aire precisamente alegre. ¡Ah, en qué mundo estamos entrando! Paganismo, Cristianismo, Muflismo,[98] he ahí las tres grandes etapas de la humanidad. Es triste encontrarse al principio de la tercera.
No quiero contarle todo lo que he sufrido desde el pasado septiembre. ¿Cómo no he reventado aún? ¡Eso es lo que me asombra! Nadie ha estado más desesperado que yo. ¿Por qué? He pasado malos momentos en mi vida, he sufrido grandes pérdidas, he llorado mucho, he guardado para mí unas cuantas angustias. Pues bien, todos esos dolores, acumulados, no son nada, digo bien, nada en absoluto, en comparación con esto de ahora. ¡Y no me rehago! ¡No me consuelo! No tengo ninguna esperanza.
Yo no me creía progresista, ni humanitario, sin embargo. ¡Qué más da, tenía mis ilusiones! ¡Cuánta barbarie! ¡Qué retroceso! ¡Acuso a mis contemporáneos de haberme mostrado los sentimientos de un bruto del siglo XII! ¡La hiel me ahoga! Esos oficiales que rompen los cubitos de hielo con guantes blancos, que saben sánscrito y que se arrojan sobre el champán, que te roban el reloj y a continuación te lanzan su tarjeta de visita, esta guerra por el dinero, esos civilizados salvajes me provocan más horror que los Caníbales. ¡Y todo el mundo va a imitarlos, va a ser soldado! Rusia tiene ahora 4 millones, pronto toda Europa llevará uniforme. Si nos tomamos la revancha, será ultraferoz. ¡Y fíjese en que nadie piensa en otra cosa que en vengarse de Alemania! El gobierno, tal como está ahora, no podrá mantenerse especulando sobre esta pasión. ¡El asesinato a gran escala va a ser el fin de todos nuestros esfuerzos, el ideal de Francia!
Acaricio el siguiente sueño: ¡ir a vivir al sol, en un país tranquilo!
Escuchemos las nuevas hipocresías: declamaciones sobre la virtud, diatribas sobre la corrupción, austeridad de costumbres, etc., ¡palabrería total!
Tengo actualmente en Croisset metidos a cuarenta prusianos. Cuando mi pobre hogar (al que ahora tengo horror) esté vacío y limpio, volveré allí, después iré sin duda a París, a pesar de su insalubridad.
Recuerdos a los suyos, y todo para usted
Su viejo trovador
¡poco alegre!