En conclusión
EI régimen de las proteínas puras, régimen inaugural y motor principal de los cuatro regímenes integrados que componen Protal, no es como los demás. Es el único que no utiliza más que una familia de nutrientes y una categoría bien definida de alimentos de máximo contenido en proteínas.
En este régimen, y a lo largo del despliegue del plan Protal, toda referencia a las calorías y a su recuento ha de ser abandonada. Consumir pocas o muchas no modifica los resultados, lo esencial es mantenerse dentro de esta categoría de alimentos.
Protal es incluso el único régimen cuyo reivindicado secreto es comer mucho, incluso comer de forma preventiva, antes de que llegue el hambre, porque si llega entonces se hace incontrolable y ya no se conforma con las proteínas autorizadas, de modo que nos llevará hacia alimentos de pura gratificación, alimentos de escaso valor nutricional pero con fuerte carga emocional, dulces y untuosos, ricos y desestabilizadores.
La eficacia de Protal está enteramente relacionada con la selección de los productos, fulminante mientras la alimentación se limite a esta categoría de alimentos, pero fuertemente frenada y devuelta a la triste regla del recuento de las calorías si la alimentación se desvía.
Es por tanto un régimen que no se puede hacer a medias. Responde a la gran ley del todo o nada, lo que explica su eficacia metabólica, así como su formidable impacto psicológico sobre el gordo que, él también, funciona según esta misma ley de los extremos. Temperamento excesivo por excelencia, tan ascético en el esfuerzo como relajado en su abandono, el gordo halla en este régimen un método a su medida en cada una de las cuatro etapas de Protal.
Estas afinidades entre perfil psicológico y estructura del régimen producen un encuentro cuya importancia es difícil de comprender para el profano, pero que, sobre el terreno, es decisiva. Esta adaptación recíproca genera una fuerte adhesión al régimen que facilita el adelgazamiento y alcanza toda su amplitud en la fase última de estabilización, cuando todo se apoya sobre un único día de régimen de proteínas a la semana, un día de redención, un golpe tan puntual como eficaz y que, solo y de esta forma, puede ser aceptado por todos los que luchan desde siempre contra su predisposición al sobrepeso.