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Se mueve otra vez… y sale de su escondite. Apenas te atreves a respirar mientras lo observas.
Un contorno encapuchado y bajito se desliza con movimiento felino para salir de las sombras. A la espalda lleva un arco corto y una aljaba con flechas, por encima de la capa. Por debajo, puedes ver que va muy desaliñado; una mezcla de pieles y harapos junto con unos calzones amplios y unas botas pequeñas y desgastadas. Para sujetar los pantalones lleva un cinto basto de soga, en el que cuelga una especie de cuerno de caza. Empiezas a sospechar que no se trata de una de esas criaturas que te imaginabas. Parece más bien un crío…
Se acaba de girar para mirar en tu dirección. En un primer momento piensas que ha debido escuchar el sonido de tu corazón desbocado.
Tiene el pelo largo y oscuro… o muy sucio. Su rostro es aniñado y dulce… como el de una chica.
Está en tensión. Ha escuchado algo… o intuye tu presencia. Se inclina hacia delante para atisbar lo que se oculta entre penumbras. Sus ojos son de color azul intenso como el acero… ¡Y es una chiquilla!
No le das tiempo a reaccionar y te abalanzas sobre ella sin que tenga tiempo a oponer resistencia.
Con un bufido ahogado, cae de espaldas debido a tu impulso y el peso de tu cuerpo.
Le aprisionas el brazo y el cuerpo con tus piernas, sentándote sobré su estomago. Te inclinas hacia delante y la examinas detenidamente. Debe tener unos trece o catorce años como mucho. Al mirarla con más detenimiento, te da la sensación que su aspecto mugriento oculta a una linda muchacha.
Aunque en estos momentos su rostro refleja rabia y crispación.