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Cuando la pequeña figura se pierde entre los cerros, inicias la marcha bordeando el bosque de Corocín y empiezas a subir por la quebrada que lleva al campamento dispuesto a afrontar tu destino. En un oscuro recodo del camino, notas una extraña presencia en las sombras. Te pones a la defensiva ante cualquier peligro inminente, temiendo incluso haber sido sorprendido por Deilos y su pandilla, cuando se avanza una esbelta figura de pelo oscuro y ojos rasgados.
Es Tríane, que te mira con una extraña compasión en los ojos.
—A veces las buenas intenciones no son suficientes. Me has defraudado.
No entiendes lo que te está proponiendo. Le cuentas que al llegar al campamento piensas denunciar la infamia de Deilos y su grupo, para que se les aplique el castigo correspondiente.
—No lo has entendido, muchacho —te contesta con voz clara y serena—. Ellos también lo saben. Acompáñame.
Tríane te guía atravesando senderos invisibles hasta llegar al campamento. Te impresiona comprobar que ella se desplaza sin hacer el más mínimo ruido. Os infiltráis en el campamento con total discreción y os acercáis a la tienda del maestro Turpa. Del interior surge claramente una conversación con otra persona a la que reconoces de inmediato: es Deilos, que le está informando de lo sucedido.