120
El enorme lobo de cresta grande se acerca hasta el punto que puedes notar el calor de su aliento cuando bufa al pasar a tu lado. Los tres lobos restantes se han situado a tu alrededor; uno a cada lado y el tercero detrás. El lobo más grande se coloca delante de ti, dándote la espalda y emprende un trote ligero al mismo tiempo que los otros animales también se ponen en marcha. Eso te obliga prácticamente a correr, por la diferencia de tamaño. Durante un cuarto de hora lleváis ese ritmo y empiezas a acusar el cansancio. Te planteas seriamente avisar al gran lobo para reducir la marcha, pero te da mucho respeto su tamaño y no te parece que le vaya a hacer gracia que le agarres por la cola para frenarlo, aunque la tengas al alcance de tu mano.
De repente, el lobo negro que trota a tu lado izquierdo emite un gruñido y se pone en alerta mirando hacia su flanco descubierto. Todos se detienen. El lobo negro levanta el hocico. Parece que olfatea el aire y profiere un corto aullido apenas audible.