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Te lanzas de nuevo hacia delante con ímpetu y das una voltereta para acabar tras una roca cubierta de musgo. Una piedra vuelve a impactar contra tu parapeto y vuela en mil pedazos. Menuda puntería tienen, piensas. Decides contar hasta tres, antes de volver a salir disparado: 1, 2… 3.
Al asomarte ves a lo lejos tres figuras que huyen a mucha velocidad. Demasiada incluso. Frenas tu carrera, observando el lugar desde el cual os han tendido la emboscada. Todavía hay piedras en el suelo, de tamaño considerable. Parece que la encerrona estaba planificada a conciencia y sin ninguna intención de culminar un asalto posterior.
Deduces que vuestros atacantes eran pocos pero fuertes, rápidos… y muy certeros.
Escuchas un alboroto más abajo por lo que decides regresar al campamento.