79
—Pues el que me ha salvado parecía estar en buena forma. Me dijo que se llamaba… —Intentas acordarte de su nombre pero…—. Vaya, no consigo recordarlo. ¿Y tú cómo has conseguido salir del bosque?
—No lo sé. Empecé a correr sin parar hasta que ya no pude más. Cuando estuve a punto de rendirme, descubrí este sendero y pude salir. Estaba tan angustiada que apenas podía respirar hasta que me apoyé contra este viejo árbol. Me pareció escuchar una extraña música y me quede sentada aquí hasta que me relajé. Dicen que esa música es del bosque y se oye a veces.
Sonríes una segunda vez y prefieres no explicar de dónde procede.
—¿Qué hacemos ahora? —te pregunta la muchacha.
—Voy a explicar lo ocurrido a nuestros maestros. Reclamaremos justicia para los campesinos y castigo para los culpables.
—¿Estás seguro de que es una buena idea?
—Puedes venir conmigo y te presentaré como testigo.
—Ni lo sueñes. No confío en ellos.
—Entonces, ¿no me acompañas al campamento?
—Sólo un tramo del recorrido. Luego nos separaremos.