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Sigues tan sorprendido que permaneces encima de ella, sin moverte.
—Me estás aplastando.
La voz de la zagala es algo ronca para el aspecto que tiene, lo cual te desconcierta todavía más. Su mirada también es desafiante, pero sus ojos azules como el acero te resultan atractivos. De hecho, te asombra reconocer que bajo esa apariencia mugrienta parece que se oculta una preciosa muchacha.
Te propina un rodillazo en los riñones que te sacan de tu embeleso; te avergüenzas de estar encima de ella y te apartas a un lado con cuidado intentando no descubrid tu posición a Deilos y los suyos. Ella se percata de tu conducta y tampoco se mueve. Parece que está mucho más pendiente y recelosa del grupo que por tu reciente ataque.
—Te has fijado en ellos también, ¿verdad? ¿Sabes quiénes son y lo que se proponen?
No contestas. Sientes todavía mucha curiosidad por esta chiquilla tan peculiar.
—Son guerreros de Uhdanfiún. Unos miserables que se van a divertir asaltando una cabaña y matando de manera salvaje a la pobre familia que se encontrarán dentro… o haciendo algo peor.
Al terminar la frase, su tono ha sido vacilante y parece que unas lágrimas estaban a punto de brotar de sus ojos, pero se recompone y se gira para observar al grupo, recolocándose el arco corto y la aljaba a la espalda.
—¿Qué pretendes hacer? —le preguntas con un susurro.
—Impedirlo. ¿Me vas a ayudar a detenerlos o te vas a desentender y convertirte en su cómplice?
Levantas la vista; el grupo de Deilos ya os ha localizado. Está avanzando con sigilo hacia vuestra posición.
Si crees
que miente y no piensas ayudarla, pasa a 200.
Si piensas
que dice la verdad, pasa a
138.