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Te arrastras zigzagueando como una serpiente para envolver a tu presa y capturarla por detrás. Has logrado distinguir su perfil recortado en la noche por una fracción de segundo. Lleva una capa y una capucha que impide ver su rostro, a su espalda cuelga un arco corto con su aljaba. Por delante y a lo lejos, divisas al grupo que prosigue su avance silencioso.
Vuelves a fijar la atención en el extraño personaje que estás siguiendo… pero ya no lo ves. ¡No puede haber desaparecido!
Irritado por haberte despistado tan tontamente, avanzas lo más velozmente que puedes sin delatar tu presencia y extremando las precauciones para no hacer ruido… pero sigues sin verlo.