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Cuando te vuelves para vigilar al grupo, te das cuenta que se ha detenido frente a un sendero que serpentea hasta tu posición, dejando a un lado una choza situada sobre un altozano y algo más aislada que las demás. La casucha tiene tierras y una tapia en la parte de atrás, que delimita su propiedad con la ladera que asciende hacia el bosque. Por delante tiene un huerto y un cercado con una pequeña entrada cercana a la ubicación del grupo. Te deslizas hasta la tapia y te colocas detrás, para controlar los movimientos del grupo.
Deilos levanta el brazo para congregar al equipo; puedes distinguir la tremenda envergadura de Taifos cuando se sitúa a su lado. Al rato compruebas que se produce un pequeño sobresalto en el seno de la banda; te están buscando. Bhratar, que iba el último, desanda el camino recorrido en tu busca. Te divierte la confusión que estás provocando. Deilos, intranquilo, empieza a escudriñar los alrededores, al igual que sus compañeros. Cuando su impaciente exploración examina la tapia tras la cual te estás ocultando, decides emerger y hacerles una señal para que te puedan avistar.
Deilos es el primero que te descubre y te parece adivinar una expresión asombrada en su rostro. Tras un momento de estupor, parece reaccionar y empieza a dar instrucciones al grupo.
Tauldos y Brathar se quedan en el cruce del sendero, posicionándose como centinelas. Taifos avanza hacia la cabaña, seguido de cerca por Deilos. Justo detrás está Dahzor, que avanza con desconfianza. Merkar cierra la marcha varios pasos atrás, con el arco cargado y tensado a la altura de la cintura. A medida que se acerca a la choza, Deilos te hace señas para que saltes la tapia y te reúnas con ellos.
Nervioso e intranquilo, franqueas la pequeña valla y te acercas al grupo.
Taifos está muy cerca de la entrada de la choza; te mira poniendo un dedo sobre sus labios y desenvaina lentamente su espada…