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Te tumbas para espiar los movimientos de Deilos y los otros. Estás hecho un lío, pero le contestas:
—Si es verdad todo lo que me has dicho, atajaremos esta barbaridad.
Las seis figuras se desplazan agazapadas por los huertos.
La chiquilla se echa a tu lado y estudia los movimientos del grupo.
—Yo creo que se dirigen allí.
Señala una choza aislada que se alza sobre un pequeño montículo. Al frente tiene un huerto bastante amplio, y detrás un poco más de terreno tapiado que colinda con la pradera que sube hacia el bosque.
—Es la que queda más apartada.
Empezáis a reptar hacia la tapia de la cabaña sin perder de vista al grupo. Cuando estáis a punto de llegar, puedes ver como los otros se detienen frente al sendero que lleva a la cabaña. Tenía razón la muchacha. Reconoces a Deilos, dando instrucciones para que los integrantes del grupo tomen posiciones. Os colocáis detrás de la tapia.
En tu cabeza retumban unas palabras y escuchas la voz de Tríane diciéndote: «Te estás embarcando en una aventura con terribles consecuencias. ¿Sabrás distinguir entre aliados y enemigos? ¿Podrás controlar tu destino? Tendrás que descubrir lo que otros no alcanzan a ver…».
Deilos y el corpulento Taifos están junto a la puerta del cercado. Se disponen a franquear el huerto.