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Todavía te estás preguntando cómo vas a plantear la denuncia de Deilos y los suyos a los maestros cuando, al llegar al perímetro exterior del campamento, escuchas una voz autoritaria que te interpela:
—¡Alto! ¿Quién va?
Caminas pausadamente y separas los brazos del cuerpo para que te pueda reconocer el centinela. En ese momento, se adelantan dos guardias que se ocultaban en las sombras, para cerrarte el paso. Son Taifos y Deilos. El corpulento Ainari empuña un arco cargado a medio tensar, reteniendo la flecha desde la cintura y apuntado con el arma hacia el suelo. Llevas tu arco a la espalda y sabes que no se dejaran sorprender con una aceleración que ellos también conocen. Aun así, estás dispuesto a enfrentarte a ellos, por lo que te dispones a empuñar la espada.
—Detente, necio.
Reconoces la voz del maestro Turpa, que ahora ves surgir desde las sombras.