107
Todavía estás conmocionado por la dantesca escena que has contemplado y no consigues reaccionar a tiempo; notas que la hasha del arma de Taifos se abre paso entre tu hombro y tu cuello, seccionándote la carótida de cuajo.
Te derrumbas como un títere al que le han cortado los hilos, junto al cuerpo de una mujer semidesnuda a la que han mutilado de manera execrable.
Taifos te escupe al pasar junto ti. Deilos entra de nuevo y te susurra al oído antes de marchar:
—Tú no eres Derguín, pelele.
Sientes que un irresistible sueño te invade. Y notas frío, mucho frío. Te estás desangrando… hasta que mueres.
FIN