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Cuando Taifos se disponía a entrar en la casa, escuchas un leve silbido y notas que algo te pasa rozando por el lado, pero lo que te sobresalta es el grito de Taifos justo después, trastabillando hacia atrás con una flecha clavada en su hombro.
Deilos, se ha quedado perplejo y mira con rabia en tu dirección, agachas rápidamente la cabeza y te giras intuyendo lo peor. Efectivamente, a unos ocho metros detrás de ti ves a la niña tensando nuevamente su arco con una fiera determinación en sus ojos.
Escuchas la advertencia de Deilos, que grita:
—¡Allí! ¡A por él!
Te asomas de nuevo sin que te vean para hacerte una composición de la situación.
Mucho peor de lo que imaginabas. Mientras Taifos se retira sujetándose el hombro herido, Merkar avanza lentamente y Dahzor corre detrás de Deilos, que a su vez se mueve con una rapidez inusual, por lo que deduces que ha entrado en Protahitéi.
La segunda flecha de la chiquilla pasa sobre tu cabeza pero contemplas como Deilos la esquiva fácilmente y se abalanza hacia delante para perseguirla. En tres segundos saltará la tapia, y cinco segundos más tarde la capturará.
«Maldición», murmuras.
Empiezas a recitar la secuencia del Protahitéi para entrar también en aceleración.