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Te das la vuelta y empiezas a correr todo lo rápido que puedes. A tu espalda puedes oír cómo las ramas se resquebrajan, el suelo tiembla y sus pisadas retumban al acercarse… hasta el punto de hacerte perder el equilibrio. También sientes el hediondo olor metálico a tu espalda que se aproxima rápidamente, puedes oler un apestoso aliento en tu nuca y sentir una pegajosa sensación…
No te has podido girar. Ni siquiera sabes qué aspecto tiene esa fantasmagórica bestia.
Un crujido. Todo ha terminado de golpe. Estás muerto.
FIN