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Cuando por fin despiertas, no tienes ninguna noción del tiempo transcurrido. Sin embargo, tienes la certeza de que el lugar ya no es el mismo que antes. Ahora notas sutiles y embriagadores aromas que perfuman el aire, y escuchas un armonioso zumbido que resulta melódico y fascinante, con unas cristalinas risas de fondo…
Todavía permaneces inmóvil cuando te ha sorprendido esa última percepción y decides contemplar de donde proviene tal regocijo… la poza es ahora una charca de aguas cristalinas, bañada por una exótica luz verdosa que le da un aspecto feérico. Y entonces las ves jugar.
Son tres preciosas y bellas doncellas que se divierten en la orilla, chapoteando en el agua con sus pies desnudos. Llevan unas especies de clámides que resaltan sus cuerpos perfectos. Ahora te sonríen con picardía y se alzan para saltar por la orilla, persiguiéndose en una especie de juego. Retozan sobre el mullido musgo y se aúpan sobre las rocas, sacudiendo sus sugestivas cabelleras al viento. Una espectacular rubia de ojos azules exhibe una dorada melena que le cae por la cintura; la otra tiene el pelo negro como el ébano y un color de piel acaramelado; la tercera agita su rizada cabellera pelirroja como si estuviera prendida en llamas y sus ojos de esmeralda son espectaculares.
Como si estuvieran flotando, se han ido acercando a ti.
La morena se pone a gatear y sus ojos oscuros brillan en la oscuridad.