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Te agachas lentamente vigilando lo que hace el grupo en todo momento.

Escuchas el leve roce de una flecha frotando la cuerda del arco. Agachas la mirada y ves a la muchacha preparándose para disparar. La sujetas por el brazo, para frenar sus intenciones.

—¿Cuál es tu plan? —le preguntas.

—No pienso esperar a que entren en esa cabaña y asesinen a una familia entera. Voy a cargarme al cabecilla de esos asesinos y luego daré la alarma con el cuerno. ¿Tienes alguna idea mejor?

—Vale —le concedes—. Esmérate en afinar la puntería y pásame el cuerno, yo daré la alarma con más fuerza. Espera que me sitúe un poco más lejos para que podamos pillarles con un fuego cruzado. Te hago una señal.

—Está bien pero date prisa…

La chiquilla te entrega el cuerno refunfuñando y se prepara para disparar. Empiezas a reptar para colocarte a unos metros de ella pensando cuál sería la mejor estrategia para que esta situación no se complique demasiado…