74
El silbido de tu flecha y tu movimiento brusco han alertado a Deilos, que ha percibido tu sombra al levantarte y se mueve imperceptiblemente para descubrir de qué se trata. El proyectil pasa entre sus piernas y se clava a pocos metros de él, justo delante de Dahzor, que avanzaba por detrás.
La muchacha dispara un segundo más tarde, desconcertada ya que esperaba tu señal. Su flecha se clava en el hombro de Deilos, arrancándole un gañido de dolor agudo. Si no se hubiese movido, le hubiese atravesado el corazón.
Taifos se ha quedado momentáneamente petrificado, al ver cómo Deilos cae de rodillas y se sujeta el hombro donde tiene clavado la flecha. Luego se lanza hacia él para ayudarle.
En ese momento te llevas el cuerno de caza a los labios para soplar con todas tus fuerzas.
Dahzor da media vuelta y huye gritando:
—¡Es otra emboscada! ¡Nos estaban esperando, huyamos!
Merkar, apostado más atrás carga su arco para proteger la retirada, intentando vislumbrar lo que hay detrás de Dahzor, que viene corriendo hacia él. Puede ver a Taifos cargando son Deilos a hombros y retirándose también, pero no consigue ver quién les está atacando…
La chiquilla está confusa por lo sucedido; te mira de soslayo, alzando una ceja con desaprobación.
Se encienden luces en algunas cabañas del pago y ya se oyen voces de alarma, gritos y llantos por los alrededores. El grupo está huyendo a toda velocidad por el mismo camino que han venido.
Deilos va rezagado, corriendo mientras se sujeta el hombro con el otro brazo, y gruñe de dolor en cada zancada que da.
—Será mejor que nos marchemos de aquí cuanto antes o tendremos problemas, musitas a tu enigmática compañera.
No te contesta, pero adviertes que no parece del todo satisfecha por el reciente desenlace. La invitas a seguirte, sujetándola por un brazo.
Corréis agazapados subiendo por la loma hasta los lindes del bosque de Corocín.