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Te das la vuelta y corres hacia ella, para cubrir su huida… y en ese momento sientes como algo te atraviesa la espalda y se abre camino por debajo de tu omoplato, rasgando vísceras y alcanzando tu pulmón. Sigues corriendo, escupiendo sangre con el esfuerzo.
Detrás de ti se empiezan a oír muchas voces, no sólo del grupo, sino también de diferentes chozas de la aldea desde la que os llegan gritos de alarma. Alcanzas a la muchacha cuando estáis llegando prácticamente al bosque; ella parece titubear antes de entrar pero la empujas y os adentráis en la espesura.
Tus piernas a duras penas te sostienen.
Escuchas el grito de Deilos al otro lado del bosque.
—¡Lo pagarás caro, maldito!
Te apoyas contra un olmo de tronco ancho y húmedo. Vuelves a toser sangre…