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Inesperadamente, ves cómo el corueco retrocede borboteando mientras clava la vista en algo que tienes por encima de tu espalda. Un brillo azulado resplandece y se proyecta sobre el corueco que resopla irritado y agita los brazos, sin dejar de retroceder. Asombrado compruebas cómo se retira y se interna nuevamente en el bosque. Tan sólo queda un pequeño rastro de sangre y el hedor infecto flotando en el aire.
Cuando te das la vuelta, te sorprende ver a un hombre muy alto y espigado, con rasgos aristados y una larga capa, que tiene una trenza de pelo blanco que descansa sobre su hombro. Su ojo derecho esta tapado por un oscuro parche. Admiras desconcertado como parece flotar sobre el suelo rodeado de un halo lumínico que decrece a medida que desciende lentamente y sus pies descalzos pisan suavemente la esponjosa hierba junto al arroyo. Sujeta con firmeza un bastón de madera que lleva tallada una incrustación en forma de serpiente enroscada a lo largo del báculo.
Su ojo izquierdo te analiza con detenimiento.
—¿Cómo se te ocurre jugarte la vida en el bosque de Corocín de noche?
Le agradeces la ayuda y recuperas tu espada, preguntándole a quién le debes la vida.
—Hace tanto tiempo que no me relaciono con la civilización que apenas recuerdo mi nombre. Pero creo que me puedes llamar Linar. ¿Qué se te ha perdido por aquí, muchacho?
Le explicas que la muchacha que te acompañaba y tú habéis entrado en Corocín tras ser perseguidos por un grupo de canallas con malas intenciones, sabiendo que no faltas a la verdad. Te preocupa la muchacha, perdida en este laberíntico bosque.
El mago te ofrece alojamiento para que te recuperes antes de continuar.
Si le pides
a Linar que te lleve hasta los lindes del bosque, pasa a 41.
Si aceptas
su invitación, pasa a 75.