154
Rastreas toda la zona en busca de la muchacha hasta que por fin te parece avistar un pequeño bulto apoyado contra un viejo olmo apartado. A medida que te vas acercando te preocupa constatar que la pequeña figura está encogida e inerte, por lo que barruntas algún fatal desenlace. Deseas que solamente esté dormida, por lo que te acercas a ella con sumo cuidado, acariciándole el pelo con delicadeza y suspirando aliviado cuando escuchas su respiración pausada. Al notar el roce de tu mano por sus mejillas, abre los ojos súbitamente y se asusta.
—Soy yo —le dices con ternura.
La chiquilla abre los ojos como platos y te inspecciona de arriba hasta abajo.
—Pero… ¿cómo has podido sobrevivir al corueco? ¡Ni siquiera pareces herido!
Emocionada y con los ojos llorosos, te abraza con ternura.
—Me alegro de que estés vivo… ¿Cómo lo has hecho?
Te sonrojas al contacto de su espontáneo abrazo y le contestas sonriendo:
—Kartine me ha sido favorable… y un viejo mago tuerto me ha salvado justo a tiempo.
La chica pone los ojos en blanco y resopla con incredulidad.
—No me lo creo. La leyenda del viejo tuerto loco que se esconde en el bosque de Corocín es tan antigua que es imposible que esté vivo a día de hoy.