100
Parece una aberración, pero todo lo que ha ocurrido hasta ahora y la sinceridad de sus palabras… Tienes la intuición que dice la verdad. No sabes qué contestar. Te sientes indignado; a duras penas logras contener tu ira. Todos tus recelos hacia Deilos se intensifican creando el retrato de un individuo execrable cuya maldad ya había aflorado en otras ocasiones. Tus presentimientos sobre él estaban fundados.
—Te ayudaré a detenerlos.
—Me alegra oír eso.
El pequeño bulto enfunda su arco y sale del escondite. Lleva puesta la capucha y empieza a reptar para seguir avanzando sin perder de vista al grupo. Cuando consigues verle por fin la cara te das cuenta de que… ¡Es una chiquilla!
Su voz ronca no se corresponde a su edad. Es bajita. Debe tener unos catorce años, como mucho. Por debajo de la capa viste muy desaliñada. Con pieles, harapos y unas calzas que le vienen anchas, sujetas con un cinto de soga basto del que cuelga una especia de cuerno de caza. Su pelo es largo y oscuro… o muy sucio. El arco corto y la aljaba con flechas le sobresalen por ambos lados de la espalda.
Su mirada es fría e intensa; sus ojos azules como el acero te desafían.
—Creo que se dirigen a aquella cabaña —te susurra, señalándote una choza algo más alejada que está situada sobre una pequeña loma con huertos y una tapia por la parte que da al bosque.
Al mirarla con más detenimiento, te da la sensación que su aspecto mugriento oculta a una linda muchacha.
—Es la más aislada. Tiene sentido.
Os ponéis en marcha para recuperar la distancia que os separa del grupo.