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—¿Qué estás haciendo? —Le susurras con tono paternalista.
—¿Y tú? —contesta sin alzar la voz y mirando de manera ostensible como la tienes aprisionada.
Te ha sorprendido su voz. Te ha parecido más ronca de lo que te hubieses imaginado con ese aspecto de niña. De pronto caes en la cuenta y entiendes su observación. Te ruborizas avergonzado y te retiras lentamente sin levantarte, para no ser descubierto, a la vez que le indicas con la mano que permanezca tumbada y compruebas que el grupo sigue avanzando sin haberse percatado de vuestra presencia.
Ella adivina lo que estás mirando. Mantiene su mirada desconfiada mientras cuchichea:
—¿Tú también te has fijado en ese grupo de guerreros que se está colando entre los huertos de esa aldea?
Asientes con una inclinación de cabeza sin dejar de mirarla.
—Tenemos que detenerlos antes de que hagan una matanza.
No puedes creer lo que acaba de decir.
—¿Qué quieres decir?
—Quiero decir que esa gentuza son guerreros de Uhdanfiún; van a mutilar y asesinar a sangre fría una familia de campesinos sin motivo… y probablemente hagan cosas más horribles todavía.
Al acabar la frase se le ha quebrado la voz; sus ojos brillan súbitamente como si estuviera a punto de llorar. Te has quedado perplejo y sin habla.
—Ahora ya lo sabes. ¿Me ayudas a impedirlo o te desentiendes y te conviertes en su cómplice?
Si piensas
que está mintiendo y no vas a hacerle caso, pasa a 83.
Si la crees
y piensas ayudarla, pasa a
108.