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Sueltas la flecha. Deilos la esquiva dando un salto hacia el lado… y entonces te reconoce.
—¡Tú! —exclama rabioso.
Sin soltar el arco, te abalanzas sobre la muchacha y la agarras por la cintura como si fuera un pequeño fardo mientras ella profiere un breve resoplido. Corres ladera arriba, en dirección al bosque, hostigado de cerca por Deilos que ya se reincorporado y os persigue.
Escuchas voces de alarma que provienen de las diferentes chozas, pero sabes que Deilos no cejará en su empeño tan fácilmente. El peso de la chiquilla que se debate con torpeza te ralentiza y lo tienes casi encima.
Ya falta menos, apenas cien metros. Escuchas resoplar a Deilos a tu espalda… De pronto sueltas a la muchacha y te giras ejecutando un Yagartéi defensivo que sorprende a vuestro perseguidor. Cuando intenta reaccionar, le propinas una patada frontal en pleno tórax que le despide hacia atrás con ímpetu y le hace rodar cuesta abajo.
La chiquilla se ha levantado y se ha quedado perpleja contemplando la escena. La sujetas de nuevo por el brazo y reemprendéis vuestra huida hacia el bosque. Deilos se yergue con dificultad mientras reniega encolerizado:
—¡Te arrepentirás de esto, maldito!
Llegáis a la imponente arboleda, apurando tu aceleración hasta los lindes. Tiene un aspecto amenazador. Avanzas hacia el bosque.
—¿Seguro que es buena idea meternos aquí dentro? —te pregunta resoplando.
—No tenemos otra opción.