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En ese mismo momento Merkar aúlla de dolor, suelta el arco y se agarra la pierna izquierda. Una flecha está clavada en su muslo. El resto del grupo está saliendo de la cabaña cuando el sonido de un cuerno se propaga por el valle. A la cabeza va Deilos, que sostiene su espada ensangrentada en alto mientras grita:

—¡Nos han descubierto, larguémonos de aquí!

Se queda atónito al verte.

—¿Nos has traicionado tú?

Taifos aparece a su espalda, y carga contra ti con toda su rabia y fuerza.

—¡Muereeeee!

Estás en una posición muy difícil y tu adversario, además de doblarte en tamaño, también es un Ibtahán de quinto grado como tú. Vas a necesitar algo más que pericia para enfrentarlo…