66
Sincronizas tu movimiento con sumo cuidado, lanzándote a su espalda y buscando su boca con una mano para evitar que pueda chillar, mientras que con la otra intentas aprisionar sus brazos. Te ha sorprendido la poca resistencia que has notado, por lo que ambos habéis chocado de bruces contra la hierba. La peor parte se la ha llevado él puesto que lo has aplastado literalmente contra el suelo cuando le has caído encima. No ha proferido ningún sonido y ahora notas como resopla por la nariz humedeciendo la palma de tu mano que se aferra a su boca como una tenaza. Está totalmente inmovilizado y dejas pasar un segundo para que asuma su condición mientras le susurras al oído una fanfarronada.
—No hagas ni el más mínimo ruido o te retuerzo el pescuezo como a una gallina. Asiente lentamente si me entiendes.