A fines de 1960, durante su primer viaje a la URSS, el Che conoció al dirigente soviético Nikita Jrushov, que se había «enamorado» de la revolución cubana. Con ellos está Nikolái Leonov, el «traductor» del KGB a quien el Che conocía de su época de Ciudad de México. TASS/Prensa Latina
El Che y Mao Tse-tung, noviembre de 1960. Según el Che, la «moralidad socialista» de los chinos era «superior» a la de los soviéticos. Por su empeño en difundir en Occidente la táctica de guerrilla rural al estilo chino, el Kremlin acabaría por acusarle de «maoísta» radical. Prensa Latina
El Che recibido en el aeropuerto de La Habana por su mujer, Aleida, y el embajador soviético, Alexander Alexeiev (con camisa blanca). Cuando Alexeiev, que era funcionario del KGB, fue enviado a Cuba en 1959, el primer hombre al que visitó fue el Che. Tiempo después diría que «el Che fue prácticamente el arquitecto de las relaciones cubano-soviéticas». Prensa Latina
En 1959, el presidente egipcio Gamal Abdel Nasser era un destacado portavoz antiimperialista de las naciones que acababan de independizarse y el Che estableció relaciones fraternales con él. Pero Nasser consideraba imprudentes los planes del Che para combatir en el Congo, decía que se onvertiría en una especie de Tarzán y que estaría condenado al fracaso. Detrás de Nasser vemos a Anwar el-Sadat. UPI/Corbis-Bettmann
El Che y el dirigente argelino Ben Bella, 1964. Les unían fuertes vínculos y coordinaban el apoyo a los movimientos guerrilleros de África y Latinoamérica. AP/Wide World Photos.