V
Fidel Castro había dado su palabra de que 1956 sería el año decisivo de la revolución. Para ponerse en forma, Ernesto seguía escalando los montes y en esta ocasión acometió el Iztaccihuatl, un volcán menos elevado pero más peligroso que su vecino Popocatépetl. A pesar de los sucesivos intentos, no pudo llegar a la cumbre.
En enero y febrero llegaron desde Cuba los futuros combatientes de Fidel, y el Movimiento los alojó en lugares seguros, llamados «casas-campamentos», en distintas partes de la capital mexicana. A mediados de febrero había una veintena de futuros expedicionarios. Sometidos a normas estrictas de disciplina y clandestinidad, iniciaron su entrenamiento, que al principio consistía en larguísimas caminatas por la ciudad. Luego empezaron a realizar caminatas por las colinas de las afueras para adquirir resistencia y estado físico. El impresor y luchador Arzacio Vanegas los hacía escalar caminando de costado y hacia atrás para fortalecer sus piernas y adquirir sentido del equilibrio. En una ocasión, Vanegas sorprendió al Che jadeando y bregando con su inhalador. Una vez recuperado, el Che le pidió que no lo revelara a nadie, ni siquiera a Fidel. Evidentemente temía que el asma lo excluyera de la expedición, y quería creer que sus camaradas no se habían dado cuenta.
En un gimnasio de la calle Bucarelli cuyos dueños eran amigos suyos, Vanegas los hacía ejercitarse y les daba lecciones de «defensa personal». «Era muy brusco con ellos —dice Vanegas—. Les decía que no eran señoritas y que debían ser duros si querían ir a la guerra». Enseñó al Che y los demás «cómo golpear a un enemigo para causar el máximo dolor, a patear en las pelotas, tomarlo de la ropa y tirarlo al suelo».
En las casas clandestinas, Alberto Bayo daba clases teóricas sobre la guerra de guerrillas, y en febrero, un grupo selecto que incluía a Ernesto Guevara empezó a tomar lecciones de tiro en el polígono Los Gamitos. De acuerdo con Fidel, el dueño de Los Gamitos cerraba el polígono al público durante ciertos días para que los hombres pudieran practicar tiro con blancos móviles, que eran pavos silvestres.