I
Aquel verano, Ernesto escribió en su diario: «Un acontecimiento político es haber conocido a Fidel Castro, el revolucionario cubano, muchacho joven, inteligente, muy seguro de sí mismo y de extraordinaria audacia; creo que simpatizamos mutuamente».
En realidad se habían conocido varias semanas antes, tras la llegada de Castro a México el 7 de julio. Como a Raúl, Ernesto conoció a Fidel en la calle Emparán, 49. Después de conversar un rato, Ernesto y los hermanos Castro salieron de casa de María Antonia a cenar en un restaurante cercano. Conversaron durante varias horas y luego Fidel Castro invitó a Ernesto a unirse a su movimiento guerrillero. Ernesto aceptó sin vacilar.
«Che», como ya lo llamaban los cubanos, sería el médico del grupo. Eran los prolegómenos —faltaba mucho para que Fidel terminara de elaborar su ambicioso plan—, pero era la causa que Ernesto estaba buscando.