Fui a la clínica Teknon para ver a María. El día anterior, la habían operado de la endometriosis. Había hablado con ella brevemente por teléfono y me había asegurado que se encontraba bien y que Nav estaba con ella. Algo en su tono de voz, sin embargo, me dio a entender que estaba deprimida e insistí en visitarla. Al entrar en la habitación, vi que estaba discutiendo con Nav. Tan pronto él me vio, sonrió a la fuerza.

—Hola, Ana —dijo—. ¡Qué bien que hayas venido!

María yacía en la cama. Se veía tan menuda y débil entre las sábanas blancas, apoyada en dos almohadas, que sentí unas ganas locas de cuidarla. Estaba pálida y se la veía triste. Tenía los ojos llenos de lágrimas y el pelo alborotado. Me acerqué y la abracé.

—Hola —me susurró con suavidad al oído.

—¿Estás bien?

—Sí —contestó, pero era mentira.

—Voy a tomar un café —anunció Nav.

Me volví hacia él. Últimamente había cambiado. Seguía siendo el mismo hombre atractivo y exótico, pero su mirada se había tornado apática. Ya sonreía poco y cuando lo hacía, la sonrisa se le apagaba con rapidez. Lo vi perturbado.

—Vale —respondí tras un silencio, ya que María no decía nada.

—¿Qué ocurre? —pregunté cuando Nav cerró la puerta.

—Lo mismo de siempre… —María sacudió la cabeza y cogió un extremo de la sábana para secarse las lágrimas—. No quiere entender que, si no nos ponemos las pilas ahora, no me quedaré embarazada.

—María, acabas de salir del quirófano, ¿no crees que no es el momento de hablar de sexo?

—¿Y cuándo lo es? —preguntó reprimida—. ¿Cuándo? Nunca, para Nav.

—En el estado en el que te encuentras ahora, más bien deberías pensar en recuperarte —sugerí, vacilante, y me senté al borde de la cama.

—Ana, por Dios, me recuperaré. En una semana estaré corriendo como siempre.

—Pues habla de sexo entonces, no ahora —insistí.

Era consciente de que ella podía enfadarse conmigo, pero en vez de eso, estalló en llantos.

—¡María…! —exclamé acariciándole una mano—. ¿Qué pasa?

—No aguanto más —balbuceó entre llantos—, no aguanto.

La noté más atormentada de lo normal.

—¿Pero qué pasa?.

Volvió a sollozar y se escondió la cara entre las manos.

—María, tranquila. No es momento de que te alteres.

Asintió e intentó frenar las lágrimas.

—Nav se quiere ir de España, quiere volver a la isla de Mauricio —dijo al fin, mirándome con ojos llenos de dolor.

—¿Cómo? —pregunté con un hilo de voz.

—Sí, dice que el ambiente aquí es demasiado tenso —balbuceó—. Dice que no tiene amigos y que está lejos de su familia.

—Es amigo de Russ —dije muy consciente de que casi no se veían.

Sacudió la cabeza, se secó la cara con la sábana.

—No es amigo de nadie. Tiene vida social, sonríe siempre forzado, pero no se relaja ni disfruta. Ana, no sé qué voy a hacer.

—¿No quieres vivir en Mauricio?

—No —dijo categóricamente—, ya lo intenté una vez, por él. Estuvimos dos años allí y casi me da un ataque. Es una isla fantástica para ir de vacaciones, pero para vivir… No. No hay industrias, ni trabajo suficiente, ni tampoco mucho que hacer, aparte de ir a la playa. Mientras vivíamos allí eché de menos España y a mis padres como una loca.

—Tal vez puedes entender que él extrañe a los suyos.

—Sí, lo puedo entender, pero tampoco está haciendo ningún esfuerzo por integrarse aquí.

—María, lo ha hecho. Nav habla un español casi perfecto. No puedo decir lo mismo de Russ. Está trabajando, tiene un puesto fantástico. Esfuerzo creo que ha hecho, lo que quizá no se adapta…

—Da igual, Ana, yo no podría vivir allí y él no puede vivir aquí —dijo con tristeza y dejó caer los brazos sobre el regazo—. Estamos predestinados al fracaso.

—¿Y qué tal si os vais a vivir a otro país de Europa? —Yo no me rendía.

—Hemos hablado de ir a Londres.

—¿Ves? —exclamé—. Es una opción.

Me miró con tristeza.

—Lo sería si fuéramos felices, pero si seguimos con nuestras diferencias da igual adónde nos mudemos, los problemas los llevamos dentro.

—Entonces, ¿qué otra idea se te ocurre? —pregunté.

—Separarnos —dijo como un eco.

—¿Lo vas a hacer?

Sabía que María adoraba a Nav. Su relación no era como la que yo había tenido con Thomas, en la que ambos nos habíamos desvinculado del otro. Ella quería tener hijos con Nav y no separarse de él. El mero hecho de que lo estuviera considerando me dio a entender lo desesperada que estaba.

—Si no me quedo embarazada ahora, sí.

—Ah.

Ella sonrió sutilmente. En eso, se oyó la puerta y entró una enfermera para tomarle la tensión.

—Pasaré mañana a visitarte otra vez —le prometí.

Mi móvil sonó cuando estaba saliendo de la clínica.

—¿Diga? —contesté.

—Ana, soy Isabel Torres.

—¡Isabel, qué sorpresa!

—Ya tienes el divorcio.

Me detuve en seco.

—Qué… Qué bien… —musité.

—Tienes que firmar unos papeles. Cuando te vaya bien pásate por mi despacho.

—Gracias, Isabel, la semana que viene me paso —dije, todavía impactada por la noticia.

—Un abrazo, cuídate.

Colgué y me quedé pensativa. Era solo una formalidad, pero el mero hecho de tener un papel que certificaba que estaba libre, me agradó. Un capítulo de mi vida se había cerrado y otro se estaba abriendo.

Abuso de confianza. La otra verdad
titlepage.xhtml
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_000.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_001.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_002.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_003.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_004.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_005.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_006.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_007.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_008.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_009.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_010.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_011.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_012.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_013.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_014.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_015.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_016.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_017.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_018.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_019.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_020.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_021.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_022.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_023.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_024.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_025.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_026.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_027.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_028.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_029.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_030.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_031.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_032.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_033.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_034.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_035.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_036.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_037.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_038.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_039.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_040.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_041.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_042.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_043.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_044.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_045.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_046.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_047.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_048.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_049.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_050.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_051.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_052.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_053.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_054.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_055.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_056.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_057.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_058.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_059.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_060.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_061.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_062.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_063.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_064.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_065.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_066.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_067.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_068.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_069.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_070.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_071.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_072.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_073.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_074.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_075.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_076.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_077.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_078.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_079.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_080.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_081.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_082.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_083.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_084.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_085.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_086.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_087.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_088.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_089.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_090.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_091.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_092.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_093.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_094.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_095.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_096.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_097.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_098.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_099.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_100.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_101.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_102.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_103.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_104.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_105.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_106.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_107.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_108.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_109.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_110.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_111.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_112.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_113.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_114.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_115.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_116.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_117.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_118.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_119.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_120.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_121.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_122.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_123.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_124.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_125.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_126.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_127.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_128.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_129.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_130.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_131.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_132.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_133.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_134.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_135.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_136.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_137.html