La comida transcurrió en silencio. Delia estaba en estado de shock y casi no habló. Se lo agradecí internamente, pues quería pensar. Estaba convencida de que «el saqueador» era alguien del entorno de Russ que buscaba información. No podía quitarme de encima la sospecha de que Jay estaba detrás de eso. No sabía con exactitud qué datos quería. Estaba segura de que tenía el maletín negro de Russ y de que dentro no los encontró, y me preguntaba hasta dónde llegaría para conseguir lo que buscaba. Decidí avisar a Russ de lo sucedido a través de Medino.
Le pedí al conserje que se ocupara de limpiar el piso, tirar todo y buscar a un cerrajero que arreglara la puerta sin hacer demasiadas preguntas. También le dije que iba a dejar el piso, ya que Russ ahora iba a estar en Inglaterra y yo también me iba a mudar pronto. Le di una buena propina y le pedí discreción absoluta con lo sucedido, que no llamara a la policía. Aceptó sin rechistar y prometió que iba a avisar al administrador de que el piso quedaría disponible a partir de la semana siguiente.
Después de comer, llevé a Delia a mi piso y la dejé sola con la excusa de que tenía trabajo. Cogí el portátil, cambié el coche por la moto y me dirigí hacia el restaurante. Aparqué en la esquina y entré en un locutorio que había a una calle. El local estaba desierto a la hora de la comida. Entré en la página web del banco de Chipre y accedí a la cuenta. Las transferencias habían sido realizadas.
—Gracias a Dios —susurré.
Redacté un e-mail rápido.
Estimado Anton:
La transferencia a tu favor ha sido realizada.
Ruego informes a Russ del siguiente mensaje: su oficina ha sido desmantelada (no sé cuándo) y su piso saqueado esta madrugada. No tengo el maletín negro, pero sí el marrón y las fotos.
Gracias.
Ana
Contemplé un largo rato el e-mail. Deseaba decirle tantas cosas a Russ… Quería que el abogado le comunicara que me sentía muy decepcionada porque no me había dicho la verdad, había sido cómplice en una estafa y me había prestado dinero de origen dudoso; a la vez, quería que le dijera que le seguía queriendo y que, por ello, estaba dispuesta a perdonar su transgresión, si él cambiaba, si él se alejaba de ese mundo mezquino en el cual se había metido. Mis dedos teclearon rápidamente.
P.D.: También dígale que lo visitaré pronto.
Apreté el enter. Los recuerdos de Russ me invadieron de nuevo. Eran recuerdos agradables que contrastaban con la deprimente situación actual. Cuando por fin abandoné el locutorio, me detuve en la acera. No recordaba qué tenía que hacer. Me costó un segundo regresar a la realidad.