Russ ya estaba sentado en el pequeño locutorio cuando entré. Al verme, sonrió y su cara se iluminó de felicidad. Cogimos los auriculares.

—Amor…

Su voz, a pesar de la distorsión del mediocre aparato, sonó como música en mis oídos. La angustia acumulada de casi ocho semanas sin verlo y el desgaste por las emociones vividas con Marc me conmovieron y comencé a llorar.

—Ana, amor, no llores —suplicó Russ—. Estamos aquí, nos han dejado vernos. Sé positiva.

Hice un enorme esfuerzo para parar.

—¿Cómo estás? —alcancé a balbucear mientras me enjugaba las lágrimas.

—Estoy bien. No te preocupes por mí —dijo observándome con ansiedad—. Háblame de ti.

—¡Ay, Russ, por dónde comienzo! —exclamé pasándome la mano por la frente—. No te he visto en tantas semanas... Mi vida se ha desmoronado con todo este asunto. Estoy agotada.

—Cariño, sé que es muy duro lo que te estoy haciendo pasar —dijo arrepentido—. Si yo fuera tú, no sé si tendría tantas fuerzas para aguantarlo. Si algún día puedes perdonarme…

—Russ, hay algo que quiero decirte —le interrumpí con un hilo de voz.

Me miró sin entender.

—Escúchame con cuidado. No me dijiste toda la verdad sobre cómo te ganabas la vida ni antes de tu arresto, ni durante mi primera visita aquí, ni durante la segunda. He tenido que descubrir por mi cuenta que has sido partícipe en una estafa desde el principio: eres socio de todas las empresas y has firmado en todas las cuentas. Me has decepcionado mucho, pero, a pesar de ello, te voy a dar una oportunidad —dije sin apartar la mirada de él—, porque todavía te quiero y porque delataste a Jay a las autoridades suizas. Quiero que te enfrentes a un juicio y asumas las consecuencias. No quiero que te relaciones nunca más con gente como David Bloom y quiero que tomes el camino correcto en la vida. No sé cuándo te liberarán, intentaré esperar hasta ese día, pero si, cuando salgas, te vuelves a involucrar en algún negocio ilícito, me iré de tu lado para siempre. Esto no es una amenaza, Russ, es una promesa.

Una sombra de inseguridad, arrepentimiento y miedo cubrió su cara. Sus azulados ojos estaban llenos de dolor. Luché para ser objetiva y dominar el enamoramiento que brotaba en mí cada vez que lo veía.

—Gracias —susurró al final.

Enmudecí.

—A Jay lo han acusado de estafa —dijo mirándome con esperanza—. El juicio se llevará a cabo la próxima semana, pero ya se sabe que le darán dieciocho meses.

—Se lo merece —observé.

—Jay nos ha echado la culpa de todo —prosiguió—. Dijo que había actuado bajo nuestras órdenes y que el dinero que iba a sacar de la cuenta, unos seiscientos mil euros, era para nuestras familias. Juró que lo habíamos amenazado a él y a los suyos, y que actuó por desesperación —Russ sacudió la cabeza; reprimía la cólera y cerraba el puño con fuerza—. La policía suiza no lo creyó, pero los de aquí aprovecharon para intentar sacar más información de nosotros. Nos interrogaron a David y a mí de todas las formas posibles: juntos, por separado, con nuestros abogados y sin ellos. Ya se lo hemos dicho todo, no hay más misterios. Creo que los convencimos, porque levantaron la alerta y otra vez permitieron las visitas. Siguen esperando los resultados de las cartas que enviaron a los clientes. No sé cuánto tiempo pasará. Anton espera que se sepa algo antes del verano.

—Antes del verano… —repetí.

—No es tanto tiempo, mi amor.

Russ sonrió. La sonrisa era triste.

—¿Hay caso contra ti en Suiza?

—No, es todo parte de lo mismo. El dinero en Suiza se retendrá hasta que dure el caso aquí en Mónaco.

—¿Cómo te llevas con David?

Permaneció callado unos instantes. Comprendí que no iba a decirlo todo.

—No estamos muy unidos. Hablamos, pero ya no es como antes. David está lleno de rencor por lo de Jay. Cree que ha sido un error enorme que nos ha afectado a todos.

—Han detenido a Jamie —dije lentamente.

Russ me miró pasmado. El silencio se prolongó.

—¿Cómo se han…? —No siguió, algo en mi expresión lo calló.

Me miró largo tiempo. Al final, asentí. Russ se recostó en la silla y siguió observándome. Su expresión había cambiado. Lo noté reservado.

—Amor, nadie se tiene que enterar de lo que hiciste —susurró al final—, jamás.

Fue mi turno de observarlo. Sus palabras me molestaron.

—Russ, yo he tenido que decidir si podré estar contigo sabiendo que has cometido un delito y ahora tú tienes que decidir si puedes estar conmigo sabiendo que yo siempre tendré dudas sobre ti y que siempre, bajo cualquier circunstancia, haré lo correcto.

—Ya lo tengo decidido —murmuró.

No supe adivinar el grado de complicidad de su voz.

—Ha sucedido algo grave, Ana —dijo después.

Mi corazón se hundió.

—Ha fallecido el padre de David.

Grité ahogadamente. Aunque David no me caía bien, perder a su padre en las circunstancias en las que se encontraba debió ser un tormento. David no pudo estar a su lado, no pudo ir al entierro ni velar por su madre en esos momentos tan difíciles.

—Lo siento.

Russ bajó la cabeza y la movió de un lado a otro.

—Es muy fuerte.

—Lo siento —repetí.

Russ alzó la mirada. Su expresión se suavizó.

—Qué guapa estás —dijo, de repente, cambiando de tema.

Como siempre, llevaba mis vaqueros, ahora dos tallas más pequeños, y un jersey beis de cuello de cisne. Me había maquillado para esconder las ojeras y llevaba el pelo recogido con una goma. Me sentía cansada y febril, me imaginaba que tenía las mejillas sonrojadas. «Guapa» no era la mejor palabra para describir mi apariencia en aquel momento, «demacrada» tal vez habría sido más afín.

—Gracias y tú estás… igual —le dije y reímos un poco.

Él llevaba los mismos pantalones, un jersey deportivo de color azul marino y una camiseta blanca.

—¿Y qué planes tienes para celebrar el fin de año? —preguntó sonriendo tan cautivante que tuve que agarrar el auricular con fuerza para moderar mi ansiedad por no poder tocarlo. La pasión que levantaba Russ en mí no se había atenuado en absoluto, ni con las imposiciones de Mónaco ni con lo que Marc me reveló.

—Haremos una cena en el restaurante. De momento hay treinta sitios reservados, de los cuales unos diez son para amigos.

—¡Qué bien! —exclamó algo más animado y sus ojos hermosos brillaron—. ¿Quién va?

—María y Nav, por supuesto, Jordi Vidal con Tatiana, Svetlana y Brian, Helen… en fin, los de siempre. Por cierto, Jan y Magda aparecieron en el mapa.

Russ alzó las cejas.

—¡Qué bien! —dijo—. Me escribo con Jan.

—Ya lo sé. Me lo comentó.

—¿Ah, sí? ¿Y cómo están?

—Bien, ya sabes cómo son —sonreí—. Jan siempre habla de yates, de coches, de gente adinerada que conoce. Pregunta por Enrique… Magda dice poco, la mayor parte del tiempo sonríe sin hacer comentarios. Les encanta el restaurante.

—Así son —dijo Russ sonriendo.

—Por cierto, vendrán a visitarte.

—¡Perfecto! —exclamó—. Así me enteraré de los últimos modelos de yates y de coches, y podré tener una conversación de nivel con los presos millonarios de aquí.

Le miré sorprendida.

—¿Presos millonarios?

—Sí, hay un par.

—Vaya —sonreí—, no te puedes quejar de la compañía.

—¡Si tú supieras! —sacudió la cabeza—. Por cierto, al parecer en este castillo medieval también celebran el fin del año.

—Ah, ¿sí? —me extrañé—. ¿Cómo? ¿Os darán bolsas de cotillón y bailaréis?

—No, algo mucho mejor.

—¿Un día libre?

—Tampoco te pases.

Se rio.

—¿Una llamada telefónica?

—Ana, no seas tan extravagante —bromeó riendo—. Nos darán champán y canapés de salmón y foie gras.

—No está mal —levanté las cejas—. Supongo que después os pasarán la factura.

—Por supuesto —gruñó Russ y reímos.

—¿Qué tal el resto de la gente aquí? —pregunté.

Russ encogió los hombros.

—Hay de todo, menos monegascos. Franceses, italianos, rusos. Gente delincuente, otros inocentes. En fin, cada uno tiene su historia.

—Cuéntame alguna.

—¿No te basta con la nuestra?

Sonrió con tristeza.

—No quiero pensar en ello —dije inclinando la cabeza—, no quiero pensar en absoluto. Así que cuéntame algo de poca importancia.

Abuso de confianza. La otra verdad
titlepage.xhtml
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_000.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_001.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_002.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_003.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_004.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_005.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_006.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_007.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_008.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_009.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_010.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_011.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_012.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_013.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_014.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_015.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_016.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_017.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_018.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_019.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_020.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_021.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_022.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_023.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_024.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_025.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_026.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_027.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_028.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_029.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_030.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_031.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_032.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_033.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_034.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_035.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_036.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_037.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_038.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_039.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_040.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_041.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_042.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_043.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_044.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_045.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_046.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_047.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_048.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_049.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_050.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_051.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_052.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_053.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_054.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_055.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_056.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_057.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_058.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_059.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_060.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_061.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_062.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_063.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_064.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_065.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_066.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_067.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_068.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_069.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_070.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_071.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_072.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_073.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_074.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_075.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_076.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_077.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_078.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_079.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_080.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_081.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_082.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_083.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_084.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_085.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_086.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_087.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_088.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_089.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_090.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_091.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_092.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_093.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_094.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_095.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_096.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_097.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_098.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_099.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_100.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_101.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_102.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_103.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_104.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_105.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_106.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_107.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_108.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_109.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_110.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_111.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_112.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_113.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_114.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_115.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_116.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_117.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_118.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_119.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_120.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_121.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_122.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_123.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_124.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_125.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_126.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_127.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_128.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_129.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_130.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_131.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_132.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_133.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_134.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_135.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_136.html
CR!MX428RNFB94S559PHSFSBBSE56A9_split_137.html