Otros postres no menos buenos
Hay algunos postres que están a medio camino de la sopa, el flan o la crema y que no se pueden definir totalmente como ninguno de éstos. Pero que no tengan rancio abolengo no significa que no sean deliciosos y que valga la pena que aprendas a elaborarlos. Son los que te presento en este apartado.
Biscuit, acento francés
Como habrás adivinado por su nombre, el biscuit puede presumir de origen galo. Consiste en un tipo de bollo o panecillo dulce muy apropiado para acompañar otros preparados o para degustarlo por sí solo.
Su principal característica es que se puede conservar en buen estado durante bastante tiempo, ya que, como su propio nombre francés indica (bis-cuit), tiene una doble cocción que lo hace muy resistente. Ésta consiste en un horneado común y un segundo horneado a fuego muy flojo para que el producto se seque. Con esto se consigue una masa que aguanta en buen estado más tiempo que otro tipo de elaboraciones más comunes.
Hoy día esta doble cocción ya no se realiza, y los biscuits suelen consumirse recién hechos o al poco tiempo, de modo que ya no se elaboran para mantenerlos en la despensa. Pueden ser dulces o salados, y sus ingredientes básicos son: harina, mantequilla, azúcar o sal, y leche.
Cuando se elaboran como producto dulce, normalmente sirven como base para elaborar sándwiches. En el caso de ser dulces las variedades son mayores, puesto que pueden incorporar chocolates, frutas o frutos secos.
Son un tentempié delicioso y pueden servir de acompañamiento a cremas, flanes o, por qué no, mousses saladas.
Biscuit helado
El biscuit helado es una alternativa a las cremas de helado, ya que su elaboración no requiere de heladera y está hecho con una técnica que impide la cristalización de sus ingredientes.
Está compuesto por huevos, azúcar, esencias y nata. Como muchos productos de este tipo, aprovechan el batido de las claras de huevo a punto de nieve para introducir aire en su fórmula y lograr así un producto más esponjoso. A ello también se le añade la nata, gracias a lo cual se logra evitar la cristalización.
Suele utilizarse para acompañar bizcochos o para combinar con merengues en otros preparados.
Con pe o con be, buenísimo
El pudin, o budín, es un tipo de preparado que recuerda en cierta manera a los flanes, sólo que habitualmente incorpora otros elementos (en muchos casos sobrantes de elaboraciones anteriores, como bizcocho, migas de pan, arroz...) que le dan una consistencia y estructura que hacen de él, por su presentación y presencia, un producto inconfundible, delicioso y más que recomendable.
Aunque también puede elaborarse salado con ingredientes como salchichas o embutidos, lo más común es que se presente en forma de postre o como elaboración dulce que podemos consumir a media tarde o como tentempié.
Por lo general está compuesto por pan y frutas o frutos secos, más una base similar a la del flan, con huevos, leche y aromas. El resultado final es un producto con una estructura similar al tradicional pan de Calatrava, una especie de flan realizado con bizcocho o pan que se acostumbraba a tomar en Semana Santa aprovechando las sobras de otros preparados.
Sopas dulces y fresquitas
Puedes también elaborar variedades de sopas con sobras de otros platos o ingredientes que nos hayan sobrado de otras recetas. ¡Porque aquí no se tira nada! Las posibilidades son muchas y abarcan desde las sopas de frutas a sopas de chocolate, de yogur o de turrón, entre otras muchas.
La técnica es muy sencilla. En algunos casos tendrás que hervir leche o nata, aunque eso dependerá de la consistencia que desees y de la estructura del ingrediente principal. En realidad, este tipo de sopas son una variante de los batidos helados, que ya hemos visto en el capítulo 14.
Si, por ejemplo, quieres hacer algún tipo de sopa de chocolate, bien sea blanco o negro, debes llevar a ebullición una cantidad de nata en la que fundirás el chocolate para más tarde dejar que se temple. Utiliza, más tarde, esa sopa como base para la presentación de un bizcocho, pudin o para acompañar unas pastas.
Para la sopa de fruta no hace falta hervir la leche o la nata, ya que basta con licuar todos los ingredientes y, en este caso, dejar enfriar el resultado en la nevera. De esta forma, podrías servirlo como refrescante postre de verano, o como base para acompañar otros productos helados a los que quieras dar un toque distinto y de color.